El Pacto comunista

El Pacto comunista

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Cuba en pleno 2024 es un Estado Socialista, reconoce en su Constitución la lucha armada, una vía disponible y legítima ante cualquier intento por cambiar el modelo vigente de la patria socialista. La isla al igual que Chile, posee un Partido Comunista Cubano (PCC) con sus bases: martista, fidelista, marxista y leninista. Su economía es socialista, es decir, posee un sistema económico que controla y planifica todo, supervisa y regula, todo queda bajo el Estado Socialista, nada fuera de él. Cuba es para nuestro Partido Comunista (PC) un referente y un aliado histórico y actual, por eso el pacto, un acuerdo entre dos partes que se comprometen ante una misión política. El PCC cuenta con militantes militares y representantes de éstos en la cúpula (directorio). Los comunistas cubanos creen ser la única alternativa “al subdesarrollo y la dominación neocolonial”. En Cuba, legalmente aún existe la pena de muerte.

La isla socialista tiene luces y sombras, es vista por el PC local como la bandera de la lucha antiimperialista; ven en el triunfo de la revolución cubana (1959) un ejemplo y un camino de hermandad y solidaridad; un proceso revolucionario del cual aprender y apoyar pese a la distancia geográfica pero no ideológica. La isla revolucionaria es para el PC un imán y un ejemplo del marxismo-leninismo sobreviviente ante los desafíos del siglo XXI. Días atrás, La Habana recibió a dos dirigentes comunistas chilenos (Lautaro y Bárbara), quienes desde la isla denunciaron los efectos y estragos del “bloqueo criminal”. Un recorrido de cuatro días por parte de los visitantes, ocasión propicia para empaparse de la sociedad socialista cubana, un modelo sin las contradicciones de la democracia y el capital (según el credo comunista). En Chile, para los comunistas está aún pendiente “superar el capitalismo salvaje”.

La visita permitió intercambiar experiencias, renovar compromisos e intereses ante los desafíos inmediatos y mediatos. Un acuerdo de “intercambio y cooperación” en un contexto de integración con la región y hacer frente a la hegemonía norteamericana. Un pacto con bambalinas en las cuales compartieron experiencias sobre el acontecer político local e internacional. Junto con renovar “la solidaridad de clase” y promover la cooperación mundial, especialmente, en la zona de América y el Caribe. Más allá del pacto, la hermandad ideológica, declaraciones y la validación de la vía armada (el uso de la violencia), aparecen algunas paradojas, veamos.

El PC se niega a reconocer los problemas internos y contradicciones en Cuba, los cuales son abiertamente reprimidos. Los disidentes no ejercen “presión social” ni “copan las calles” ni las instituciones, sus reivindicaciones corren riesgos, se exponen a juicios arbitrarios, represión callejera o simplemente morir en el intento. Los críticos a la dictadura cubana no marchan pidiendo reajustes en sus sueldos ni “salarios vitales (la nueva consigna levantada el 1 de mayo reciente). En Cuba hay temas urgentes, las condiciones vitales están muy por debajo de “la dignidad” material y de subsistencia. La isla se encuentra a años luz de estándares ya logrados en el Chile del “capitalismo salvaje”. En Cuba hay hambre y temor.

 

 

Ni hablar de Derechos Humanos (DDHH) en las nacientes marchas y protestas, las cuales chocan con una respuesta oficial categórica. La isla cuenta con informes y denuncias de organizaciones afines que alertan sobre persecución política, represión y otros indicadores a la baja en asuntos de DDHH. Difícilmente desde el PC local se consideren esos informes o sean considerados de “tramas e intromisiones gringas”. La defensa de los DDHH se concentran llamativamente en Chile y en Gaza, no hay palabras para Cuba ni Venezuela.

Decir que Cuba es una dictadura socialista es una osadía, una especie de blasfemia ante el credo comunista, por eso las palabras de Boric no fueron bien recibidas en las filas del comunismo local en relación al “avanzar en la democratización de Cuba”. Ya que aunque se vistan con ropajes democráticos, cuesta creerles. Históricamente están asociados al uso del odio y de la violencia, debido a los abusos, persecuciones políticas, purgas y muertes; las cuales olvidan y omiten, no es menor, que en más de una ocasión fueron definidos desde la Iglesia, como “una doctrina intrínsecamente perversa” y una “ideología del mal”. La hoz y el martillo no representan libertad, más bien, representan sangre de inocentes.

Sus ropajes democráticos cargan con una mochila muy pesada, la validación de la vía violenta de ayer y de hoy, se tradujo en millones de muertos en manos de la revolución y de dictaduras, en las cuales la crueldad se volvió justificada y sofisticada. La vía armada es un riesgo latente, no es nada nuevo bajo el sol en el credo comunista. Hoy la isla cubana es un centro de información y de capacitación para los nuevos cuadros afines a la revolución y a la eterna lucha en contra del capitalismo. Cuba es al mismo tiempo, un museo viviente de la miseria del paraíso comunista. Por eso, dime con quién andas y te diré quién eres, refrán que aplica al pacto mencionado y a la coalición que nos gobierna. El anticomunismo de hoy no es sólo visceral, es histórico y necesario. Ya no es suficiente decir nuevamente: “no lo vimos venir”.

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