En enero de este año se dio a conocer el Índice de Democracia de la Unidad de inteligencia de la revista británica The Economist, en que se proporciona una fotografía del estado de la democracia en 165 estados independientes y dos territorios. Esto cubre a casi toda la población del mundo y la gran mayoría de los estados del mundo (se excluyen los microestados). Calificado en una escala de 0 a 10.
El Índice de Democracia se basa en cinco categorías:
- Proceso electoral y pluralismo
- Funcionamiento de gobierno,
- Participación política,
- Cultura política
- Libertades civiles.
Según sus puntuaciones en un rango de indicadores dentro de estas categorías, cada país se clasifica como uno de cuatro tipos de régimen: “pleno
democracia”, “democracia defectuosa”, “régimen híbrido” o “régimen autoritario”.
En el caso de Chile, consiguió 7.98 puntos, quedando en el puesto 25 a nivel mundial, lo que significa una baja de seis lugares en comparación con los resultados del 2022.
El estudio de la publicación inglesa mostró que casi la mitad de la población mundial vive en algún tipo de democracia (45,4%), pero sólo el 7,8% reside en una “democracia plena”, mientras que más de un tercio de la ciudadanía en el mundo vive bajo gobiernos autoritarios, es decir, un 39,4%.
En el caso de Latinoamérica son consideradas como democracias plena Uruguay y Costa Rica.
La pregunta que cabe hacerse es cómo llegamos a esta lamentable situación como sociedad chilena, donde perdimos el rumbo al punto de haber descuidado la democracia y su calidad que la distinguía de lo que podía encontrarse en el barrio y nos tiene ahora como un país con democracia defectuosa.
Saltan muchas afirmaciones que dan respuesta a esto, como los niveles de delincuencia y asesinaros como el sicariato que están siendo parte de nuestra realidad, la enorme cantidad de casos de corrupción dentro de los servicios públicos como el caso «audios» protagonizado por el abogado Luis Hermosilla y que involucra al Servicio de Impuestos Internos y la Policía de Investigaciones, el bullado caso de fundaciones de la izquierda, el más emblemático es el de Democracia Viva con mal uso de dineros públicos, ministros que realizaron fraudes al Estado chileno como Giorgio Jackson que en estos momentos arranca de su responsabilidad radicándose en España.
Siempre podemos organizarnos para ejercer la vigilancia de nuestra democracia, e impedir que los niveles de corrupción sigan escaladas que resulten difíciles de detener. La cuestión de fondo es poder sustentar y proteger la institucionalidad que tanto esfuerzo nos ha tomado y años para reconstruirla, algo que debiera ser de máxima importancia para los chilenos.