The need for a transversal intellectual
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We are at a crucial moment. Beyond the Andes, some say that the lion roars[1]. Meanwhile, others take lessons from a trans-Andean government that has not yet achieved its first successes, but does sound and smell promising.[2]. Further north, in Central America, an apparently “right-wing” president is about to “repeat the plate,” without opposition[3], and, even further north, the most promising candidate for the most important democracy in the West is torn between freedom and prison, although, from the libel, he rises stronger than ever[4]. It seems that there are real options to seize power. However, in Chile it seems that we do not acknowledge receipt. Politically speaking, the candidate with the greatest options is a social democrat with Merkelian aspirations[5], while the person who represented the positions of the right in the face of the cultural degradation of the left has been diluted in ignominy and shamelessness[6]. Even more, at the cultural level, the voices that call for reflection on the political situation in the country are silenced or, rightly, misinterpreted, with sarcasm, self-confidence and, why not say it, sarcasm.[7]. The “lights” from outside are preferred, even if they do not fully understand what is happening here. It is part of what Jenaro Prieto denounced in “The partner” (1928), although we already know that nobody reads in this country. By the way, the situation demands a genuine and intellectual awareness of what is necessary to get out of the quagmire. Because, politically, the possibilities exist. In practice, Kant would say (cf. Meditation on the metaphysics of customs, 1785), there are real options to come to power. However, do we intellectuals have clear ideas with which to face this task? Do those ideas encompass all or most of the traditions that find shelter within us?[8]
In what follows, I would like to highlight a certain characteristic, among many more that may be part of its connotative dimension, of the profile of the intellectual, which I consider essential for whoever should be behind the ideas of the sector: transversality. This spirit was important in certain figures in the sector, such as Andrés Bello, or Jaime Guzmán, to give full content to a serious proposal for the right. Through the historical-intellectual context that accompanied them, I will try to shed light on the issue that concerns us.
When the Venezuelan arrived in 1829, things were not going well at all. In Chile, after the independence process, carried out by some Creoles drunk on enlightened idealism, the return of order was longed for. Businesses were not flourishing, the public treasury was committed to an unpaid debt requested by the “Father of the Nation” himself, Bernardo O'Higgins, and intellectually there were no paths that were not revolutionary. Simón Bolívar himself, upon learning that Bello was heading to Chile, sought to prevent his arrival in the “lands of anarchy.” However, the Caracas intellectual arrived and soon adapted to the work that those “disillusioned” with Independence would begin to forge to restore order. Just like today, then, the country was mired in a political and intellectual crisis, which was faced by Bello as an unparalleled opportunity to give free rein to his genius. He left his mark as an official of the Ministry of Finance, as well as an academic at the National Institute, and founder of the Colegio de Santiago, an institution of which he was director. Later, he left his mark at the University of Chile, of which he was its first rector, and in the National Congress, as a senator of the Republic. From 1840 he also began to influence, through The Araucanian, así como por vía de sendos trabajos sobre derecho internacional, gramática, poesía y gnoseología. Sin embargo, Bello es mayormente recordado por su Código Civil de 1855, el cual acomete la tarea, no menor, de codificar el derecho civil del país. Lamentablemente, para el historiador chileno, Jaime Eyzaguirre, esta sola obra desnudaría la impronta ilustrada, inteligentemente ocultada, de su autor. No hay aspiración más moderna que el de pretender “codificar” en un solo instrumento el derecho[9]. Sumado a ello, la crítica liberal tampoco se haría esperar. Aunque el genio de Bello le permitía posicionarse por sobre las maledicencias, era claro que cierto sector del liberalismo más radical veía en el instrumento jurídico solo la consagración del orden Monttvarista. No por nada ocurren, a pesar de su promulgación, los desórdenes de 1859. Con todo, el jurista venezolano resistiría los embates “de lado y lado”, consagrándose como una de grandes figuras de la estabilidad política conseguida durante el siglo XIX en Chile, repercutiendo ampliamente en el resto de América y el mundo[10].
That is to say, if we look carefully, we must conclude that Andrés Bello was a quite controversial figure, despite his intellectual bearing. His works, beyond posthumous recognition, were criticized, as they were intended to overcome the political dilemmas of the moment. The conservative order installed in 1830, until 1860, to which Bello only survived five years, and to which he was associated for his intellectual, academic and bureaucratic work, was always interpreted as one that looked favorably on the restitution of the ancien regime. Not for nothing, José Victorino Lastarria illustrates the Caracas native in his literary memories (1878) como un lastre del cual era necesario deshacerse para pensar con libertad. Sin embargo, el mundo conservador tampoco lo mira con total admiración. Durante el siglo XX su obra será menospreciada, especialmente desde el punto de vista económico. Se le sindicará como quien estableció el armazón jurídico, por vía de su código, para el libre mercado y como quien solo “edulcoró” la trágica revolución modernista. Y es que la transversalidad tiene sus costos. La capacidad de superponerse a los debates menores, en pos de alturas inasibles, debido a los beneficios que ello reporta para conseguir logros mayores, siempre levanta sospechas. Se piensa no se está tomando bando, o no se es lo suficientemente valiente para asumir posturas. Se repite que el infierno de Dante está repleto de neutrales, cuyas penas se sufren con dolor y desesperación en un círculo especial. No obstante, aquello, Andrés Bello no era neutral, ni tampoco era timorato, sino que sabía el país requería un poco más que sujetos envalentonados sin miedo al futuro inmediato: se necesitaba de un intelectual que pudiera pispar diferentes áreas y tradiciones, que pudiera amalgamar, de alguna manera, las visiones culturales, sociales y políticas del momento. Por eso, liberales y conservadores le consultan, van ante su presencia como los troyanos iban a los templos de Apolo: necesitan de algo más.
Similar situación le ocurrirá a Jaime Guzmán. Desde pequeño, la política se vivía en el seno familiar del pensador chileno. Descendiente de dos de las familias más importantes del país (Errázuriz y Edwards), conoció de los vericuetos políticos por su abuelo materno, senador conservador, Maximiano Errázuriz. Sus primeras armas las creó en su viaje a la España franquista, periplo realizado tras egresar del Colegio de los Sagrados Corazones de la Alameda, donde aprendió del mismísimo Osvaldo Lira, filósofo, teólogo y sacerdote chileno. Entonces, encaminó sus pasos hacia la carrera de abogacía en la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde fundaría el movimiento gremialista en 1967, oponiéndose a la toma de la universidad propiciada por grupos de izquierda ese mismo año, siendo entonces presidente de la FEUC[11]. From the magazine Reality, as well as in Trust, comenzaría entonces su apostolado político, promoviendo las ideas de la autonomía de los cuerpos intermedios, como principales representantes de las fuerzas sociales, los cuales debían reemplazar la acción estatal, siempre tendiente al totalitarismo, aunque se le permitiera actuar de manera subsidiaria. Colaboró, bajo esas mismas premisas teóricas, como colaborador activo del régimen militar después del pronunciamiento de 1973, incluso, siendo protagonista de la elaboración de la Constitución de 1980. Como partícipe de la Comisión Ortúzar, propuso muchos de los lineamientos básicos del orden constitucional planteado en la magna carta, making his intellectual imprint felt, although not being the only one, as some have wanted to think, calling that constitution, “…that of Guzmán”[12]. Siguió defendiendo sus ideas y al régimen que le dio espacio para florecer, incluso en el retornada ya la democracia, siendo senador, hasta que fue asesinado vilmente por sus detractores, quienes veían en él al artífice del orden pinochetista neoliberal.
He aquí que nos podemos detener en la figura guzmaniana y la animadversión que genera. Por un lado, se le considera “el mago detrás del truco”, el principal responsable del armazón jurídico que, en palabras del sociólogo Manuel Antonio Garretón, ha obstaculizado una transición real hacia la democracia desde el arribo de Patricio Aylwin al poder en 1990. Entonces, se le mira con sospecha, alegando incluso haber incorporado lógicas fascistas al régimen bajo la inspiración de Carl Schmitt (Cfr. The political thought of Jaime Guzmán, 2015, del filósofo, Renato Cristi). Otros, simplemente consideraron era un peligro para la transición y lo mataron a las puertas del Campus Oriente de la Pontificia Universidad Católica de Chile, tras salir de sus clases de Teoría Política y Derecho Constitucional, las cuales impartía como ayudante primero, luego como profesor desde 1962. A pesar de los reconocimientos póstumos, su figura ha sido vilipendiada por la izquierda, pero no solo por ella. Se sabe de las críticas acérrimas de algunos personeros, antiguos aliados corporativistas, por su papel en la conformación del orden neoliberal durante el régimen militar. Se le sindica de “estudiante traidor”, que se habría convertido al credo liberal por sus constantes idas y venidas junto a los Chicago boys, renunciando al corporativismo español que tanto dijo defender en sus años de juventud. Famosa es su controversia en los pasillos de la universidad con su antiguo mentor, Osvaldo Lira, quien le habría espetado que “se habría pervertido”. Nuevamente, los costos de la transversalidad provenientes de críticas injustas, teniendo en cuenta que al parecer Guzmán acepta los lineamientos liberales no por haberse convertido en uno acólito, sino por haberse convencido de los resultados del mismo sistema, al menos en sentido económico. No por nada el artículo primero de la Constitución de 1980 sigue pregonando la buena nueva de la subsidiariedad, aunque no en los términos “positivos” que quisiera Daniel Mansuy, otro pensador que, sindicado de derecha, aparece actualmente decepcionado, también, de los términos guzmanianos tan preventivos sobre la acción estatal (Crf. We became silent, 2016)[13]. Incluso, defenderá una versión estilo “Economía Social de Mercado”, que no liberaliza todo bien o servicio, ni entrega todo a las manos de la oferta y la demanda. Jaime parece entender, en su contexto histórico determinado, la necesidad de postular una fórmula omnicomprensiva, aunque defienda sus posturas tenazmente en las sesiones de la comisión. Muestra de ello es cómo explica y justifica una y otra vez, por diversos medios de prensa, revistas y televisión, el papel del régimen militar y del orden consagrado en la Constitución. Los siguientes episodios constitucionales, entre sus reformas de 1989 y 2005, así como los sucesivos plebiscitos de 2022 y 2023, parecen respaldar el ánimo transversal de Guzmán, plasmado en el orden constitucional resultante, el cual ha sido ratificado una y otra vez.
En conclusión, y sin tener la intención de extenderme mucho más, parece ser que, a pesar de las evidentes críticas al quehacer intelectual de Andrés Bello o Jaime Guzmán, el espíritu de transversalidad que ilustra sus vidas se muestra necesario en momentos de crisis política y moral. Siempre existirán los maximalismos o purismos teóricos que no descansan hasta que sus ideas, y solo ellas, se encuentren en la cima. En contrario, son más bien los espíritus con altura, aquellos que entienden de qué se trataba la aserción nietzscheana ecce homo, los que son capaces de ver la necesaria amalgama ideológica que debe existir entre las diversas tradiciones intelectuales que le otorgan sentido a la cosmovisión con la cual la derecha necesita identificarse. Varios estamos trabajando en ello. No sé siquiera si formaré parte de los albañiles de nuestra próxima Cathedrale Notre-Dame, but I hope to help in the grueling intellectual days that await us. Achieving power, although necessary, is undoubtedly not everything.
[1] https://ellibero.cl/columnas-de-opinion/milei-el-leon-ruge-y-molesta/
[2] https://www.pauta.cl/actualidad/2023/11/21/axel-kaiser-y-triunfo-de-milei-estoy-seguro-de-que-aqui-se-puede-ganar-con-una-formula-parecida-al-estilo-chileno.html
[3] https://www.infobae.com/america/america-latina/2024/05/02/bukele-consolido-su-poder-absoluto-en-el-salvador-con-un-congreso-a-su-medida-que-le-permite-aprobar-reformas-sin-oposicion/
[4] https://www.bloomberg.com/news/articles/2024-05-31/trump-raises-34-8-million-as-guilty-verdict-rallies-donors
[5] In the ICARES room, Evelyn points out that she has the same objectives as the left, only that she does not share the methods. See https://www.youtube.com/watch?v=olv27xRisnE&ab_channel=DanteRolandoSilvaGuti%C3%A9rrez
[6] In many intellectual circles and, especially, on social networks, José Antonio Kast is no longer trusted. However, he continues to score in the polls after taking more aggressive positions that, apparently, have made him forget his support for a new Constitution. https://www.t13.cl/noticia/politica/ex-ante/encuesta-criteria-matthei-baja-5-puntos-kast-sube-1-bachelet-se-mantiene-5-6-2024
[7] Recently we had a debate between “An Anonymous Chilean” and Andrés Barrientos, along with Juan Cristóbal Demian. In many moments of the discussion, our words were taken out of context or, rightly, misinterpreted with treachery. See the chapter in https://www.youtube.com/live/HgwrgHOm7Ig?si=NudE96rM7NOZamDh
[8] In this problem I immediately assume positions contrary to Hugo Herrera, who would affirm that there are four important traditions on the right: liberalism, conservatism, nationalism and social Christianity. The latter, in my opinion, is simply a critical tradition of the left born within conservatism. Regarding Herrera's approach, read The right in the Bicentennial crisis (2015).
[9] See his work Law history (2003).
[10] One of the most complete biographies of the Venezuelan-Chilean can be found in Andrés Bello: The passion for order (2001) by Iván Jáksic.
[11] Perhaps the most complete work on Guzmán's intimacy will be the one his sister wrote about him. See My brother Jaime (1991) by Rosario Guzmán Errázuriz. There is a digitized version prepared by the Jaime Guzmán Foundation, available at https://archivojaimeguzman.cl/uploads/r/archivo-jaime-guzman-e-3/e/c/3/ec3e1cadab07119ea945d6b69cb3f3edd5d5fdf4df9626665f8dcbff43640d88/Mi-hermano-Jaime.pdf
[12] To analyze the discussions, in addition to the committee minutes, you can consult the two volumes of Constitutional right (1994) by lawyers Mario Verdugo, Emilio Pfeffer and Humberto Nogueira.
[13] See my criticism of Mansuy's thought in Turn right (2021).